Por fin llegó el sábado del curso de acuarela que llevaba semanas esperando.
Tanto me preocupé de ser puntual, que nos presentamos (mi hermana y
yo) en casa de Raquel media hora antes, ¡sin saberlo, claro!.
Pido disculpas, una vez más, a ella, a su pareja e incluso a su perro, Monk,
que se llevó un susto extra al oír el timbre de la puerta.
Es lo que tiene mi lectura rápida, que leo y leo a toda prisa pero me quedo
con la mitad del mensaje... ¡¡¡!!!
Ya a su hora, subimos todo el grupo a su estudio, donde nos encontramos la
mesa de trabajo preparada con todo el material necesario dispuesto para
empezar.
Los sitios estaban personalizados y había un detalle para cada una de
nosotras. ¡Precioso!
Lo pasamos estupendamente aprendiendo y practicando un montón de cosas
sobre la acuarela. Tanto que casi no encontramos el momento de parar para
tomar lo que Raquel nos tenía preparado en la terraza.
Fue un rato de lo más agradable sentadas al solecito, comiendo y charlando,
con la vista de los tejados de la ciudad.
Además tuvimos la oportunidad de disfrutar de sus trabajos.
Os dejo con una muestra de su obra, que podéis adquirir contactando con
¡Pero ella no sólo pinta!
Borda,
modela
y da forma en fieltro a sus personajes.
¡Me encantan!
O en madera.
¡Esta chica no para!
Toda las imágenes, excepto la foto en la que aparece mi nombre, pertenecen a su blog y a su
página de Facebook.